Los romanos tomaron contacto con las tierras más occidentales de la península ibérica a partir del año 139 a. C. a través de la primera expedición realizada por Quinto Servilio Cepión, momento en el que aparece por primera vez la referencia a los callaicoi. Dos años después llega la expedición del cónsul Décimo Junio Bruto, con la intención de dominar a los lusitanos. Fue cuando este militar romano atravesó el río Letheo (Limia), el denominado río del olvido. Estas incursiones no supusieron el sometimiento de las tribus asentadas en esta parte occidental. Se cuenta que Bruto y su ejército se atemorizaron al verse sorprendidos en este litoral por una grandiosa marea y una espectacular puesta de sol. Después de esta expedición, este general será conocido en Roma como “El Galaico”.
En el año 60 a. C. entra por mar la expedición dirigida por Julio César con el objetivo de dominar estos pueblos rebeldes y apoderarse de sus riquezas. Llega al puerto de Brigantium (A Coruña). Volverá a Roma sin conseguir este dominio que pretendía. Será en el año 26 a. C. cuando el mismo Augusto, al frente de varias legiones, acabe con la rebeldía de estas tribus indígenas y las someta a las leyes y autoridad de Roma. Después de la pacificación del territorio, en honra de Augusto, hacia el año 16 a. C., se levantaron en esta costa las Aras Sestianas, sin que se sepa con exactitud el lugar en el que se situaron.
Más tarde se acometerá una nueva organización del territorio que obligaría a los indígenas a abandonar los poblados castreños y a asentarse en las zonas llanas. A partir de entonces el territorio de la Gallaecia quedó dividido en tres conventos jurisdiccionales: Brácara, Astúrica y Lucus, en los que se centraliza el poder político y militar. Las tierras de A Costa da Morte se incluirán en este último.
Para el control del territorio y para el aprovechamiento de las explotaciones mineras, primordial objetivo de los romanos en el noroeste peninsular, se trazarán tres vías principales para comunicar las capitales de los tres conventos: la XVIII, XIX y XX. Esta última denominada también “per loca marítima”, por acercarse. Más al mar, se supone que cruzaría parte del territorio de A Costa da Morte, sin embargo, no hay aún consenso entre los historiadores sobre su trazado. Cada vez parece más cierto que la mansión Glandimiro coincide con la actual localidad del ayuntamiento de Zas, Brandomil. Los restos romanos aparecidos en esta parroquia son muy abundantes: tres aras votivas, un frontón funerario, una placa funeraria, restos de columnas y mucha cerámica romana. Pero últimamente, en las excavaciones impulsadas por la Fundación Brandomil, patrocinadas por el ayuntamiento de Zas y bajo la dirección del arqueólogo Lino Gorgoso, se produjeron importantes novedades como el descubrimiento de los restos de una calzada romana y de una construcción que se podría corresponder con una mansión o puesta, que tendrían relación con el paso de esa posible vía. Desde aquí cruzaría la comarca de Xallas, entraría en Bergantiños por la laguna de Alcaián y salvaría el río Rosende por donde se sitúa el actual puente Lubián. En Carballo podría localizarse otra posible mansión, en el lugar donde se redescubrieron los antiguos baños, en el que se encontraron vestigios de unas termas. A partir de la capital bergantiñana, se dirigiría hacia Vilaño (A Laracha), donde apareció un miliario, y Arteixo, para llegar a la ciudad de Brigantium.

Además del asentamiento romano de Brandomil, motivado seguramente por la existencia de la explotación minera de oro de Pozo Limideiro, se encontraron restos romanos en otros muchos lugares de esta región costera. En Duio (Fisterra), en las prospecciones realizadas por los años cuarenta del pasado siglo por el médico fisterrano Francisco Esmorís Recamán, se descubrió, además de útiles prehistóricos, tégulas romanas. La tradición legendaria también vincula a este lugar con la presencia romana.
En Moraime, en el año 1972, se encontraron vestigios que podrían corresponder a una villa romana, en la finca ubicada al sur de la actual iglesia parroquial de San Xulián. Entre ellos destacan los restos de un hipocausto, fíbulas, cuentas de collar, monedas y muchos fragmentos de cerámica, atribuidos al período tardorromano. Lo mismo sucedió en Tines (Vimianzo), donde en 1951 el arqueólogo Manuel Chamoso Lamas descubrió una necrópolis romana nueva con sarcófagos de piedra y otros construidos con tejas, así como vestigios de una mansión romana. En este mismo lugar apareció la estela funeraria de Victorinus, depositada en el museo arqueológico e histórico del castillo de Santo Antón de A Coruña, que representa el resto epigráfico más antiguo de la presencia cristiana en Galicia.

Posibles restos de villas romanas también se descubrieron en la Agra da Cruz (Gándara, Zas), en Cores (Ponteceso), donde además se conservan en su iglesia parroquial dos aras romanas y otros restos de esta época. Vestigios de una necrópolis romana también se encontraron cerca de la iglesia de Cances (Carballo), donde aparecieron varias tumbas construidas con tégulas. Existen muchos otros lugares en los que se descubrió cerámica romana.
El grupo de investigación internacional Romanarmy, en el que participan investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela, descubrió una serie de campamentos romanos provisionales, que contribuyen a un mayor conocimiento de la conquista de la Gallaecia. En la provincia de A Coruña se localizaron cinco de estos asentamientos, uno de ellos se encuentra al lado del castro de Santa Baia (Soandres, A Laracha).