Esta comarca es la más extensa de las tres que comprende A Costa da Morte y está constituida por los ayuntamientos de A Laracha, Carballo, Coristanco, Malpica de Bergantiños, Cabana de Bergantiños y Laxe.
Morfológicamente está formada por tres escalones. Un primero que comprende las tierras altas pertenecientes a los ayuntamientos de A Laracha, Carballo y Coristanco, que formarían ese primer escalón, que los propios habitantes bergantiñanos denominan A Alta, situado entre los 300 y 400 m de altitud. Algunas de sus cumbres llegan a superar los 500 m, como el Coto de Predouzo (518 m), A Pedra Cerdeira (564 m) o el monte Castelo (564 m).
El segundo escalón se correspondería con la cuenca del río Anllóns, arteria que atraviesa la comarca de este a oeste y que tiene su nacimiento en la ladera meridional del Coto de Pedrouzo. Después de bordear este monte, desciende con pronunciada pendiente hacia la llanura bergantiñana, que recorre con aguas calmas. Después de pasar por la villa de Carballo, recibe por la izquierda su afluente principal, el río Rosende, que se nutre de las aguas que descienden de las tierras altas de los rebordes de la meseta de Ordes.

Al llegar a Verdes, y debido a los movimientos tectónicos que le afectaron a esta zona, el río experimenta un rejuvenecimiento, formando rápidos y cascadas que le permiten adaptarse a su nuevo nivel de base. Al encontrarse con rocas más duras, como los gneis que atraviesan su lecho, más resistentes a la erosión, su cauce se distribuye en varios brazos, dando lugar al hermoso espacio natural de O Refuxio de Verdes.
Pasada la parroquia de Corcoesto, el río vuelve a discurrir con aguas lentas hasta su desembocadura en la villa de Ponteceso. Previamente forma un gran meandro en la parroquia de Anllóns, que dio nombre al río. Después de cruzar el puente de Ponteceso, al pie de la casa del poeta Eduardo Pondal, entra en la ensenada de Insua, un amplio estuario que constituye un espacio de gran interés natural, que se prolonga hasta A Barra, donde sus aguas se unen con las del océano Atlántico, en la ría de Corme y Laxe, después de recorrer más de 70 km.
El bardo pontecesán hace alusión a este último recorrido del río en uno de sus poemas:
Eu nacín en agreste soedade,
eu nacín cabo dun agreste
outeiro,
pr’onde o Anllóns,
con nobre magestade,
camiña ó seu destino
derradeiro.
El centro de la comarca de Bergantiños está ocupado por las tierras bajas del valle del Anllóns y de sus afluentes, de color rojizo, “roxas ó arar”, en boca de Pondal, que se formaron sobre rocas básicas, dando lugar a tierras fértiles, a las que se le atribuyó la denominación de “granero de Galicia”, por la abundante producción cerealista de tiempos atrás, actualmente productoras de excelentes patatas, alubias, hortalizas y plantas forrajeras.
El tercero y último escalón se corresponde con las tierras que descienden hasta el mar, formando un amplio litoral, labrado en su mayor parte sobre rocas graníticas, en el que los tramos altos y rocosos alternan con otros arenosos, abiertos al océano.
Entre la costa y el valle del Anllóns se prolonga una pequeña cadena montañosa, que cuando se aproxima al litoral da lugar a una costa alta con pronunciados acantilados, en los que el mar rompe con ímpetu. De todas estas lomas destaca el monte Neme (386 m), que constituye una auténtica atalaya sobre esta parte costera, pero también sobre las tierras centrales de la comarca bergantiñana. Esta situación estratégica, junto con su riqueza minera y pasado histórico, convirtió esta elevación en un lugar mítico, lleno de historia y leyendas.
Comienza la costa bergantiñana en la península de Caión, sobre la que se sitúa este pequeño puerto pesquero con la hermosa playa de As Salseiras a su lado. Luego continúa un tramo acantilado hasta llegar al extenso arenal de Razo y Baldaio, donde se formó una laguna costera. Todo el conjunto constituye un espacio natural de sumo interés.

El tramo que se prolonga desde la punta de Razo hasta la península de Malpica se desarrolla todo sobre zonas acantiladas, con pocos salientes y algunos islotes. Los arenales son escasos, y entre ellos destacan las playas de As Torradas y la de Os Riás.
La pequeña península de Malpica, sobre la que se sitúa la villa marinera, culmina en el alto de A Atalaia, con el puerto pesquero en la parte oriental y la playa Maior, en la occidental. El reducido espacio en el que se asentó este núcleo urbano obligó a que sus casas se amontonaran alrededor de la reducida bahía del puerto, algunas de ellas mismo colgadas de los acantilados, lo que le aporta un gran encanto y personalidad a esta villa marinera.
Continúa el litoral por el cabo de Santo Adrián, una península rocosa en la que se sitúa la capilla dedicada a este santo, donde se celebra una conocida romería en el mes de junio. Frente a este saliente vemos las islas Sisargas, el único archipiélago destacado de todo el litoral de A Costa da Morte.
A partir de esta punta la costa se hace más recortada con zonas de escarpados acantilados que bordean las penínsulas de A Nariga y de O Roncudo, entre las que se abren estrechas ensenadas con fondos arenosos, como A Seiruga, Barizo, Niñóns o A Barda.
Entre las puntas de O Roncudo, al norte, y la de A Insua, al sur, se abre la boca de la ría de Corme y Laxe, más protegida del viento y de la bravura del mar que el litoral abierto, en la que se sitúan los núcleos de población de mayor entidad del entorno. En la banda norte, el puerto de Corme, y en la sur, el de Laxe. Más hacia el interior, en las tierras más bajas, los núcleos de las parroquias de Cospindo, Cesullas y Canduas, de todos ellos, sobresale la villa de Ponteceso, en la desembocadura de O Anllóns.
A partir de la península de A Insua, y ya como último tramo de la costa bergantiñana, se forman dos amplios arenales abiertos al océano, de mar bravo y continuo oleaje, son la playa de Soesto, entre la punta Carreiroa y la Catasol, conocida por ser un lugar idóneo para la práctica del surf, y la playa de Traba, un arenal salvaje, bordeado de un cordón de dunas que contribuyeron a la formación de la pequeña laguna litoral situada en el fondo del valle que la rodea.
