Salimos de Laxe en dirección a Ponteceso, al llegar al cruce de As Agrelas, cogemos a la derecha hacia Baio y en la rotonda de Borneiro, nos desviamos a la derecha hacia el dolmen de Dombate. Este monumento prehistórico es el más conocido de Galicia y considerado como la catedral del megalitismo de nuestro país. Ya en el siglo XIX despertó la curiosidad del historiador Manuel Murguía y del poeta Eduardo Pondal, que pasaba al lado de él cuando iba camino de Nemiña y que lo inmortalizó en uno de sus poemas.
(…) Deixando Fontefría, cara ao lado de Laxe, e levando o camiño de San Simón de Nande; polo chan de Borneiro, de cativos pinales, cuase pasaba arrentes do dolmen de Dombate (…)
E.Pondal
El túmulo está formado por tierra y una coraza pétrea alrededor. La estructura del monumento consta de siete losas verticales (ortostatos) y una cubierta y el corredor de entrada, poco visible hasta las últimas excavaciones que se realizaron entre los años 1987 y 1989, dirigidas por el arqueólogo José Mª Bello Diéguez. En ellas se comprobó que su corredor estaba formado por tres tramos de ortostatos y tenía la entrada cerrada por una piedra vertical, pero los hallazgos más sorprendentes fueron los grabados que se encontraron en algunas losas y los restos de pinturas de la cámara y del corredor, así como el descubrimiento de un dolmen anterior, encontrado bajo la coraza y que pasó a denominarse “Dombate antiguo”. Este estaba formado por una cámara simple, y del conjunto tan sólo apareció una de las losas de la cámara.


Frente a la entrada del corredor del “Dombate reciente” se encontró una hilera de veinte idoliños (figuras pétreas con formas antropomorfas rudimentarias), que ya se descubrieron también en otros dólmenes de este tipo.
En el subsuelo del monumento aparecieron materiales de diverso tipo: puntas de flecha, hojas de sílex, machados, cuentas de collar, molinos, y diferentes clases de cerámica precampaniforme y campaniforme.
Después del descubrimiento de las pinturas se protegió el monumento con una cubierta plástica provisional, que se mantuvo hasta el 2011, año en el que se construyó la estructura actual que cubre todo el conjunto. También se construyó un centro de recepción de visitantes en el que se instaló una réplica del dolmen, en la que se puede visualizar los grabados y los restos de pintura, dado que el acceso al original está prohibido.
Volvemos del dolmen de Dombate por la misma carretera y al llegar a la rotonda cogemos a la izquierda en dirección a Ponteceso, a poca distancia encontramos a la derecha el aparcamiento para visitar el castro de A Cidá de Borneiro, un recinto prehistórico de la Edad de Hierro, situado en el extremo norte de O Chan de Borneiro, en una ladera que desciende hacia el arroyo de Os Muíños. Presenta una forma ovalada de 90 m de largo por 55 de ancho, considerado como un castro de tamaño medio.
Su croa está protegida por una doble muralla y un foso, excepto por el lado este, que, debido a la pronunciada pendiente, solo dispone de un muro defensivo. En esta parte es donde se encuentra la entrada principal del poblado.
Fue el primer castro en disponer de una datación de C-14 en Galicia, que le dio como data más antigua de habitabilidad el año 524 a .C. y se mantuvo habitado hasta el siglo I d. C.
Las primeras noticias sobre este castro nos las aporta Salvador Parga Pondal y Pérez Bustamante en el año 1924. En la década siguiente se llevó a cabo la primera intervención arqueológica por parte de Sebastián González. En los años setenta continuó con las investigaciones Jorge Juan Eirora y en los años ochenta fue cuando se realizó la intervención más amplia, dirigida por la historiadora Ana Romero Masiá. Se excavaron casi las tres cuartas partes del recinto, dejando a cielo abierto 36 construcciones, la mayoría viviendas, pero también se aprecian otras edificaciones que funcionarían como dependencias anexas, relacionadas con las actividades económicas de los habitantes del poblado.
Además de las construcciones de tipo circular existen otras con forma rectangular, con los esquinales en curva. Una curiosidad que llama la atención al visitante es la falta de entrada en las edificaciones, lo que llevaría a pensar que estaría a bastante altura. En el centro de cada vivienda se percibe el hogar de forma rectangular, delimitado por unas losetas clavadas para evitar quemar el poste de madera que soportaría el peso del techo.

En la parte este del recinto se descubrió una zona conocida como Barrio Extramuros, al lado de la entrada, en la que se encontró una gran construcción de forma ovalada, una fuente con desagüe y otra construcción con un horno, que hay quien la interpreta como una sauna, pero también podría funcionar como una zona de fundición de metales.
Fueron muchos los materiales hallados durante las excavaciones, sobre todo en la última. Objetos de piedra como molinos planos, piedras de afilar, moldes de fundición, fusaiolas o machados pulidos. Muchos restos cerámicos, muy fragmentados, lo que indicaría que el castro fue abandonado por sus moradores de manera pacífica. Restos de tazas, ollas o jarras, de colores amarillos o rojizos, decorados con diferentes técnicas y motivos. Y también muchos objetos metálicos de bronce y hierro: agujas, sortijas, fíbulas, cuchillos, puñales, hoces… La mayoría de estos materiales procedentes de las excavaciones se encuentran depositados en el museo Histórico y Arqueológico del Castillo de Santo Antón de A Coruña.
De vuelta del castro tomamos la carretera que baja hacia el cruce de As Agrelas y allí cogemos en dirección a Ponteceso. La vía va bordeando el estuario del río Anllóns por su parte izquierda y nos permite disfrutar de hermosas vistas sobre el monte Branco y el espacio natural del estuario, de gran interés ecológico que destaca sobre todo por la gran abundancia de aves que habitan en él y que acoge a muchas otras migratorias, un lugar idóneo para los aficionados a la ornitología.
Pasamos por A Carballa, donde se sitúa la Casa do Concello de Cabana de Bergantiños, y Neaño, el núcleo de mayor entidad del municipio. Al atravesar el puente sobre el río Anllóns entramos en Ponteceso, capital del ayuntamiento del mismo nombre, núcleo conocido sobre todo por ser el lugar de nacimiento del poeta Eduardo Pondal (1835-1917), uno de los grandes escritores de O Rexurdimento gallego y autor de la letra del himno gallego. Al lado del río vemos su casa natal, una amplia construcción de piedra con galería y con una extensa finca cercada alrededor. Pondal siempre se sintió orgulloso de nacer en este lugar. Así lo expresa en su poesía:
(…) Eu non nacín en vila nin cidade mais lonxe do seu ruído lisonxeiro; eu nacín cabo de pinal espeso eu nacín na pequena Ponteceso (…).

Influenciado por los historiadores del momento (Murguía y Vicetto), inventó un mundo mitológico lleno de hipotéticos héroes celtas, tomados de la toponimia bergantiñana y del resto de A Costa da Morte y creó un pasado glorioso para justificar un pensamiento galleguista.
La actual villa pontecesana se formó por la unión de dos pequeños núcleos que había en sus extremos, comunicados a través de la avenida que lleva el nombre del poeta y que atraviesa la antigua marisma formada en la desembocadura de O Anllóns.
En la parte este se sitúa el núcleo de A Trabe, que creció gracias a la celebración de la feria que se trasladó de la próxima parroquia de Anllóns; y en el lado oeste, el pequeño núcleo de Ponteceso que nació al lado del puente, por ser lugar de paso y por el embarcadero que había, a través del que se exportaba madera, productos agrícolas y cerámica de Buño.
Al cruzar el puente giramos a la izquierda en dirección a Corme, pasamos por la aldea de O Couto, conocida por situarse en ella la Asociación Monte Branco y la Fundación Eduardo Pondal, que a lo largo del año mantienen una intensa actividad cultural, sobre todo alrededor del Día das Letras Galegas.
Después del lugar de O Couto encontramos una desviación a la izquierda que lleva al alto del monte Branco (182 m) y a la playa de Balarés. Desde la cumbre de este monte disfrutamos de una de las mejores panorámicas sobre la desembocadura del río Anllóns y de la ría de Corme y Laxe, por lo tanto, merece la pena acercarse allí. La playa de Balarés resulta muy acogedora por su arena blanca y protegida del viento, pero también por el extenso pinar que la rodea.

Continuamos ruta hacia Corme. Antes de llegar cruzamos Corme Aldea, que, como su nombre indica, era donde se situaba el primitivo núcleo agrícola que dio origen a esta parroquia.