Historia
La villa carballesa es relativamente nueva, si la comparamos con otros núcleos de la comarca. Su origen está en el redescubrimiento de las aguas termales en el año 1716, que ya habían sido aprovechadas anteriormente, como se deduce de los restos de construcciones aparecidas en las excavaciones realizadas por el arquitecto Miguel Ferro Caaveiro en 1777 y en las que se descubrieron vestigios de un antiguo balneario que podría tener un origen romano.
Anterior a la villa de Carballo es la parroquia de San Xoán de Carballo, que se creó en la Edad Media en la banda izquierda de O Anllóns, en el lugar de Cernide, donde se situaba la antigua parroquial. Las primeras noticias de las que disponemos datan de la mitad del siglo XV, cuando dependía del monasterio de San Pedro de Soandres (A Laracha).
Una vez descubiertas de nuevo las aguas medicinales en la banda derecha del río, cerca de la aldea de A Lagoa, comenzaron a construirse las primeras casas en la que más tarde sería la villa carballesa, con la intención de acoger a los primeros bañistas que se acercaban a aprovechar las buenas propiedades de las aguas termales.
A mediados del siglo XIX cuando se reconstruyó el balneario, Carballo ya era un núcleo con dos pequeños barrios, uno formado alrededor de los baños, constituido sobre todo por hospederías para albergar a los bañistas y otro situado algo más al sur, en el cruce de caminos que atravesaban la localidad, donde se celebraba el mercado y la feria, habitado sobre todo por comerciantes y funcionarios del nuevo partido judicial de Carballo.
Por los años veinte del pasado siglo Carballo presumía de ser una villa moderna, con un urbanismo bien trazado y una animada vida comercial, social y cultural. Su núcleo se extendía a lo largo de las carreteras que lo cruzaban, de norte a sur, en dirección a la Coruña y Fisterra, y de este a oeste, hacia Santiago y Malpica. En esta década se realizará el proyecto de la Plaza del Mercado, en el entorno de la nueva Casa Consistorial y se construirá el grupo escolar de Desiderio Varela y los pabellones para la celebración del mercado y la feria, que se trasladarán a este nuevo espacio urbano.
Durante la II República se intensificará la vida política y sindical, que se vería truncada tras el golpe militar franquista de 1936, momento en que tanto los líderes políticos como sindicales fueron perseguidos, algunos asesinados y otros encarcelados.
A finales de los años treinta y en la década siguiente, Carballo vivirá la fiebre del volframio, por la cercanía de la explotación de monte Neme y el alto valor que alcanzó este mineral durante la II Guerra Mundial. Además de los trabajadores contratados por la empresa concesionaria de la explotación, hubo muchas otras personas que acudían al monte de manera ilegal con la intención de encontrar algunos restos de este codiciado producto y venderlo en el mercado negro para hacer un dinero en tiempos de miseria.
En estos años cuarenta comenzó su actividad la industria Conservas Calvo, que daría empleo a muchas generaciones de carballeses y bergantiñanos, primero instalada en el núcleo urbano carballés y más tarde en el lugar de A Revolta.
Un hecho destacable en la historia de Carballo fue también la puesta en funcionamiento en el año 1950 de la línea de trolebuses Carballo-A Coruña, que facilitó la comunicación entre la capital bergantiñana y la ciudad herculina.
La especulación urbanística que se practicó en la década de los años sesenta y setenta hizo estragos en el casco histórico carballés, provocando la desaparición de los edificios de mayor valor patrimonial como fueron la iglesia parroquial, la Casa Consistorial y el balneario de los Baños Viejos.
A finales del siglo XX y en las primeras décadas del presente, fue cuando se realizó el diseño del Carballo actual, con la apertura de nuevas calles, la peatonalización de las vías del centro de la villa, la recuperación de los márgenes del río Anllóns y la construcción de nuevos edificios públicos, como el Pazo da Cultura, el Forum o la nueva biblioteca. Esa transformación de los últimos años dio lugar a un nuevo Carballo, una villa activa en la economía, en la cultura o en el deporte, que afronta con optimismo su futuro.
Ruta a pie por la villa
Con la intención de conocer aquellos lugares de mayor interés de la villa carballesa proponemos esta ruta a pie que comienza en el museo de Bergantiños, situado en el edificio de la antigua cárcel que data del año 1855, rehabilitado siguiendo los planos del arquitecto Manuel Gallego Jorreto. En su interior, además del citado museo, alberga la oficina de información turística.
El museo se inauguró en el año 2002 con varias salas dedicadas a la historia y cultura de la comarca de Bergantiños y de la villa carballesa. En 2007 se le incorporó otra relativa a la Costa da Morte. Después de veinte años de su entrada en funcionamiento, en diciembre de 2022, tras unas obras de remodelación de todo el espacio museístico, se inauguró una nueva exposición, compuesta por una colección de componentes de arqueología de máquinas de oficina (máquinas de escribir, de cálculo, de impresión, copiadoras, telefonía, computadoras, etc.). Arrimada al edificio del museo, se sitúa la biblioteca municipal.
Al salir del museo, cogemos a la izquierda y pasamos por delante de la iglesia parroquial de San Xoán Bautista. El templo actual es el tercero que se construye en este mismo solar. El primero databa del año 1864, un proyecto del arquitecto Faustino Domínguez, de estilo clasicista tardío. Al poco de ser inaugurado ya presentaba problemas debido a la mala ejecución del proyecto y la baja calidad de los materiales empleados y en 1890 se decidió cerrarlo al culto. Se tuvo que habilitar un templo provisional en la calle San José que se mantuvo hasta el año 1924, momento en el que se inauguró el nuevo templo, este de estilo neomedieval, obra del arquitecto Manuel Hernández y Álvarez Reyero, una obra que tampoco se cuidó su ejecución, pues estuvo sin tejado durante muchos años, lo que contribuyó a su deterioro.
En 1974 se decidió construir una nueva iglesia y derribar la anterior, a pesar de que esta se podía restaurar, ya que la cantería utilizada para su construcción era de buena calidad. Elaboró los planos para este tercer templo el arquitecto carballés José Manuel Rey Pichel. Más que una iglesia se construyó un complejo parroquial con varias dependencias, todo él en hormigón. De la anterior se aprovecharon las campanas, varias imágenes y objetos litúrgicos. Dentro del atrio también podemos contemplar un crucero del año 1811, trasladado de Cernide, lugar donde se encontraba la antigua parroquial.
Desde la iglesia parroquial nos trasladamos a la plaza de Galicia, en tiempos atrás, plaza de la Libertad, encrucijada de caminos y centro urbano del Carballo antiguo. Aquí se celebraba la feria y el mercado. Por los años veinte del pasado siglo, se expropiaron tres viviendas que había en la parte central, y en su lugar se hizo un jardín. En el lateral oriental se construyó la fuente de cuatro caños, que aún se conserva, cuando en 1899 se dotó a la villa del primero abastecimiento de agua. El crucero que vemos en la zona verde se colocó en 1982, en homenaje a Alfredo Brañas, una obra de Manuel García Vázquez, “Buciños”. Alrededor de la plaza aún se conserva alguna casa de cantería, de finales del siglo XIX o comienzos del XX, con balcón o galería, propia de las villas.
Desde la plaza de Galicia retrocedemos a la calle Coruña, vía que se abrió en el año 1954, para comunicar la calle Martín Herrera con la plaza del Mercado. Según entramos, en la esquina de la derecha, se encuentra la casa en la que nació Alfredo Brañas Menéndez, el 11 de enero de 1859, ilustre jurista y político regionalista. En su villa natal se le tributaron varios homenajes y en el año 2005 se situó una estatua suya, que vemos al lado de la casa donde nació, obra del escultor César Lombera.
Atravesamos la calle Coruña, comercial y con locales de hostelería, y llegamos a la plaza del Mercado, el espacio público más amplio y céntrico de la villa carballesa, fruto de la reforma urbanística que se realizó en los años veinte del pasado siglo, a donde se trasladaría la celebración del mercado y de la feria.
El único edificio situado en esta plaza era la antigua Casa Consistorial, obra del arquitecto Julio Galán, inaugurada en 1913. La torre con el reloj se le incorporó en 1943. Un edificio de estilo modernista propio del momento. Sería derribado al construir la casa del nuevo ayuntamiento en la esquina contraria a la anterior, obra del arquitecto carballés José Manuel Rey Pichel e inaugurada en febrero de 1974. En esta nueva edificación, formada por una serie de volúmenes rectangulares que van disminuyendo en superficie de abajo arriba, impera la horizontalidad.
Al este del ayuntamiento se sitúa el mercado municipal, que sustituyó a los antiguos pabellones construidos en el año 1929. El proyecto fue elaborado por el arquitecto Ramón Tenreiro Brochón y abrió al público en 1969. Debido a las deficiencias y limitaciones, el gobierno municipal decidió llevar a cabo una reforma integral de toda la construcción con la intención de adaptarla a los tiempos actuales. Después de realizada la obra, las nuevas instalaciones se abrieron en el año 2010.
En esta misma plaza destaca también el edificio de las Escuelas del Jardín, construido en 1929 con la aportación económica del médico Desiderio Varela Puga, con la condición de que en la fachada llevase una placa en memoria de su esposa Amalia Gómez Rodríguez. Consta de dos cuerpos laterales con una escalera de acceso a cada lado y un cuerpo central más hacia dentro. Cada escalera daba acceso a una sección escolar: niños y niñas. Muchas generaciones de carballeses y carballesas se escolarizaron en estas aulas.
Dejamos la plaza y continuamos en dirección oeste por la calle Desiderio Varela. Al atravesar la calle Vázquez de Parga, enfrente nos encontramos con el Casino. Una sociedad recreativa creada en 1889, que en los años veinte del pasado siglo, se trasladó al edificio que ocupa actualmente en la calle Lugo. La asociación pasó a denominarse Sociedad Cultural y Recreativa Bergantiños. Durante muchos años fue el principal centro cultural y social de la villa carballesa, sobre todo en ciertas épocas del año, como la Navidad, el Carnaval o por el San Xoán. A lo largo del tiempo sus instalaciones fueron reformadas en varias ocasiones, quizás la de más calado fuese la de los años cincuenta con Julio Sánchez como presidente, en la que la estancia más amplia se convirtió en el salón de rica decoración que aún se conserva. En la actualidad con una directiva de gente joven, mantiene una intensa actividad social y cultural.
Desde el Casino nos dirigimos hacia la calle de la Estrella, así denominada por la capilla que había al lado del balneario en advocación a esta Virgen. Nos acercamos al balneario Baños Viejos. Su nombre está en contraste con los Baños Nuevos, descubiertos más tarde.
Los orígenes del balneario de Carballo se podrían remontar a la época romana, tal como se recoge en el informe del arquitecto Miguel Ferro Caaveiro, después de las excavaciones realizadas en 1777, con motivo de un pleito sobre la propiedad de los baños.
Estas aguas termales fueron redescubiertas en 1716, pasando después a ser propiedad municipal. En 1851 las adquirió Pedro Sanjurjo, hijo del que había sido el primer médico director de los baños. El nuevo propietario reforma todo el edificio. Adosado a él por la parte sur, se situaba la capilla de la Virgen de la Estrella y por la parte norte, una casa de hospedaje y una fuente. Delante de todas estas construcciones había un espacio verde con árboles, que llegaba hasta la calle de A Braña (actual Vázquez de Parga).
Durante la segunda mitad del siglo XIX y en las primeras décadas del siguiente, el balneario carballés estaba considerado como uno de los más concurridos de Galicia. Después de una época de decadencia, por los años setenta del pasado siglo, sus instalaciones y terrenos de alrededor fueron vendidos como solares, hasta que en el año 1985 se construye el nuevo balneario. El hotel se inaugurará en 1994.
Sus aguas de tipo sulfurado sódicas bicarbonatadas fluyen actualmente a una temperatura de 42 ºC, y están recomendadas para afecciones del aparato locomotor, vías respiratorias, piel, aparato digestivo, sistema nervioso y circulatorio.
