
Historia
Esta pequeña localidad de poco más de mil habitantes se sitúa sobre el tómbolo de arena que se formó entre el monte Corpiño, al norte, y el monte de O Enfesto, al sur, en la estrecha península que finaliza en la punta de A Barca.
Su origen está vinculado al antiguo monasterio de San Xulián de Moraime, próximo a ella. El nombre de Muxía (tierra de monjes), hace alusión a la comunidad religiosa de este monasterio, foco evangelizador de las tierras del entorno.
Su origen está vinculado al antiguo monasterio de San Xulián de Moraime, próximo a ella.El nombre de Muxía (tierra de monjes), hace alusión a la comunidad religiosa de este monasterio, foco evangelizador de las tierras del entorno.
La primera referencia histórica al núcleo muxiano aparece en el siglo XII, en la que se cita la parroquia de Santa María. En el año 1346, el rey Alfonso IX le concede a este puerto el foro de A Coruña, que le permitía a sus vecinos disfrutar de ciertos derechos, pero que tenían el deber de respetar los privilegios que el monasterio de Moraime tenía sobre esta villa.
El cardenal J. del Hoyo en sus Memorias recoge que la pesca era el único medio de vida de sus habitantes y que el espacio jurisdiccional de esta villa era tan reducido que los muxianos dependían de la parroquia de Moraime para aprovisionarse de elementos tan básicos como la leña, el agua o los productos agrícolas.
Segun Del Hoyo el emperador Carlos V le cambió a los monjes de Moraime el puerto muxiano por otro y después se lo cedió al arzobispo compostelano, de este modo Muxía pasará a estar bajo el señorío de la mitra santiaguesa.
A mediados del siglo XVIII, según el Catastro de Ensenada, esta villa tenía 94 vecinos (unos 350 hab.) y la mayoría se dedicaba a la pesca de la sardina y del congrio. La artesanía del encaje ya tenía cierta relevancia tanto por el número de mujeres que la practicaban como por el número de familias que se dedicaba a su venta.
En el siglo XIX la economía de los muxianos seguía vinculada a la pesca y al comercio marítimo. Destacaban también los secaderos de congrio y los encajes. A mediados de este siglo, Muxía cumplía la función de centro comercial y de servicios de las parroquias del ayuntamiento. Además de tabernas, ferreterías, había tiendas de encaje, médico, boticario y abogado.
A comienzos del siglo siguiente, su población se acercaba a los mil habitantes, y su caserío, construido a base de granito y teja del país, mostraba una notable armonía.
La aparición de las embarcaciones a motor a finales de los años veinte supondrá un avance significativo para el sector pesquero. Además de las familias marineras, que eran la gran mayoría, había otras que vivían del comercio y de otras actividades, que constituían una pequeña burguesía ilustrada que se reunía en el casino local. El estallido de la Guerra Civil supuso una profunda ruptura social y una crisis económica que se prolongará hasta finales de los años cincuenta.
En los años sesenta la pesca comienza a recobrar un notable valor económico en el mercado y el descubrimiento del caladero de O Canto a finales de esta década supondrá un gran auge económico para las familias marineras. Buena parte de estos recursos se emplearán en la construcción, que ocasionará una considerable transformación urbanística del núcleo muxiano, realizada sin una planificación idónea. La construcción del dique de abrigo y del muelle, así como del paseo marítimo y del puerto deportivo, modificarán también por completo la fachada marítima antigua.
La crisis del sector pesquero que se desarrolló en la década de los años noventa y que continúa en el actual siglo condujo a la desaparición de muchos puestos de trabajo. El turismo atraído por el rico patrimonio natural e histórico de la zona, junto con la promoción del camino jacobeo, está creando empleo, aunque sea de tipo temporal, pero haría falta reactivar la pesca y el marisqueo, que se complementan muy bien con el turismo.
Ruta a pie por la península muxiana
La situación geográfica de Muxía en una península nos permiten rodear todo su núcleo urbano bordeando el mar, y disfrutar de atractivas panorámicas sobre la ría, el cabo Vilán y la punta de A Buítra.

Comenzamos esta ruta en el mirador de A Cruz, denominado así por el crucero que servía de límite entre las parroquias de Muxía y Moraime. También le da nombre a la playa que está a la entrada de la villa. Se miramos hacia el este vemos las playas de A Cruz y de O Espiñeirido. La primera recibe a los visitantes que entran a través de la carretera de Berdoias, y la segunda le da la bienvenida a los peregrinos que llegan a través de la ruta Hospital de Logoso-Muxía. Se miramos hacia el noroeste percibimos una buena panorámica del puerto muxiano y de la fachada urbana que da a la ría. A partir de aquí seguimos el paseo marítimo hasta llegar al monumento que honra al poeta muxián Gonzalo López Abente (1878-1963), emparentado por línea materna con Eduardo Pondal. Este monumento, obra del artista negreirés Andrés Barbazán, se hizo con el motivo de dedicarle en 1971 el “Día das Letras Galegas” a este escritor.

Continuamos por el paseo marítimo hasta llegar al muelle de don Manolo, pequeño embarcadero construido por el empresario muxiano Manuel Lastres para atraque de sus embarcaciones dedicadas al transporte marítimo. Haciendo de bita vemos un antiguo cañón procedente del baluarte defensivo que había en el lugar de A Gurita.
Pasamos por delante de la Casa do Concello, un edificio moderno, y continuamos por la calle de la Marina hasta la Rambleta. En la casa que hace esquina, donde se encuentra el bar “A Marina”, estaba la casa en la que se alojó la poeta Rosalía de Castro cuando en el año 1853 vino a la Romaría da Barca, acompañada de Eduarda Pondal, hermana del bardo de Ponteceso. Esta estancia le inspiró el poema sobre esta romería y la novela La hija del mar.
Subimos hacia la Rúa Real hasta llegar a la plaza de la Constitución, centro del antiguo núcleo urbano, donde se celebraban el mercado y las fiestas. Aquí se situaba la antigua Casa del Ayuntamiento, en el edificio nuevo que conserva unas columnas de piedra en la planta baja. Cerca de esta plaza hay un grupo de casas restauradas que nos muestran como era la vivienda tradicional muxiana. Frente a ellas está la que fuera la casa del escritor Gonzalo López Abente, actualmente reformada. Continuamos de frente hasta llegar a la siguiente placita. En el pinchón de una casa de piedra observamos un escudo que muestra los mismos símbolos que la casa de los Pazos de Senande, lo que nos indica que esta familia hidalga tenía casa en Muxía. En la misma plaza hay otra casa con un escudo en la fachada, muy erosionado, que perteneció a la familia hidalga de los Dios y Castro. En el lugar donde actualmente se encuentra la Casa del Mar era donde se situaba el antiguo alfolí, concesión que le fue otorgada al puerto muxiano en el siglo XV. Unos metros más adelante volvemos a encontrarnos con un grupito de casas restauradas, en una de ellas se sitúa la biblioteca municipal y en otra la oficina de información turística.

Seguimos en dirección al santuario de A Barca, al llegar al cementerio subimos hacia la iglesia parroquial de Santa María, construcción gótica con reminiscencias románicas, incluida dentro del denominado gótico marinero. Consta de una sola nave con techumbre de madera y un ábside rectangular cubierto con bóveda apuntada. En su muro norte se sitúa la capilla del Rosario con bóveda de crucería. El campanario se eleva sobre unas rocas que hay al pie del templo. Bajamos de nuevo al paseo que bordea el mar, y se miramos hacia la derecha veremos una estructura de troncos, son las cabrias que se utilizaban para secar el congrio al aire libre. En esta zona hubo varios secaderos, que comercializaban este pescado curado a poblaciones del interior peninsular. Seguimos el paseo que más adelante nos depara excelentes vistas sobre el litoral norte de la ría de Camariñas, la capilla de A Virxe do Monte y el faro Vilán.

Llegamos a la capilla de A Virxe da Barca, construida en 1719 con la aportación económica del conde de Frigiliana y sus descendientes, los condes de Maceda. Se trata de una construcción barroca, robusta y sobria que acogía en su interior un valioso retablo barroco del escultor santiagués Miguel de Romay, destruido por el incendio que se produjo el 25 de diciembre de 2013.
La famosa romería que se celebra en honra de esta Virgen tiene lugar el segundo fin de semana de septiembre, excepto que caiga domingo el día 8, que entonces se traslada al tercero.
Bajamos las escaleras del atrio y nos acercamos a las míticas piedras de Abalar y de Os Cadrís, que después de la cristianización de este lugar, pasaron a constituir las partes de la embarcación que transportó a la Virgen hasta este lugar, según cuenta la leyenda. Abalar A Pedra y pasar nueve veces por debajo de la de Os Cadrís es un ritual que romeros y demás visitantes desean cumplir.
Volvemos de A Barca por el camino de A Pel, en lo alto nos llamará la atención la enorme mole granítica partida que forma la escultura de A Ferida, colocada con el motivo de la catástrofe del Prestige. Desde aquí cogemos el camino que sube al monte Corpiño, el mejor mirador de Muxía.
Retornamos al camino de A Piel que nos ofrece hermosas panorámicas sobre el océano y las puntas de O Cachelmo y de A Buítra. Despertarán nuestra curiosidad los muros de piedra que circundan las pequeñas huertas, que ofrecen cierta semejanza con las paredes de las viviendas de los castros. Estos muros se levantaban para delimitar las propiedades y proteger los cultivos de los vientos del mar y del salitre que arrastraban. Un poco antes de las primeras casas hay un camino que baja a la fonte da Pel, lugar donde se lavaban y aseaban los peregrinos y romeros antes de llegar al santuario. Volvemos y bajamos por la calle Atalaia hacia el Coído. En la calle Matadero número 12 está la casa del fotógrafo muxián Ramón Caamaño Bentín (1908- 2007) quien inmortalizó con su cámara el paisaje y la gente de A Costa da Morte. En el bajo de esta casa hay un pequeño museo particular en el que se exponen sus fotos y objetos personales.

Desde la casa de Caamaño, volvemos a la calle Atalaia y a través de la calle A Pedriña nos acercamos al secadero de congrio que hay en esta zona. Desde aquí bordeando la costa llegamos a la plaza de O Coído, considerada la zona cero en la catástrofe del Prestige, que movilizó a millares de voluntarios que colaboraron en la recuperación del litoral. En agradecimiento a esta noble labor, en el año 2007 se colocó un monumento en su honra. Como final de esta ruta visitaremos la Exposición Permanente que hay en el edificio del Voluntariado, formada por una amplia colección de fotografías que de manera gráfica nos muestran esta grave catástrofe ecológica ocurrida en noviembre de 2002.