Este conjunto de molinos y batanes está distribuido en dos alargados edificios construidos en mampostería y cubiertos con teja curva del país. El situado más cerca del río acoge cuatro molinos: uno para el trigo (albeiro), dos para el maíz (negreiros) y otro para el salvado
El edificio de la parte superior alberga tres molinos (dos de maíz y uno de trigo) y tres batanes. Estos últimos están constituidos por un mecanismo de madera de roble movido por la energía hidráulica. Se utilizaban para batir en mojado tejidos de lana con la finalidad de que tupiesen, y, al mismo tiempo, lavarlos y desengrasarlos.
La existencia de estos molinos y batanes en este lugar tiene una larga historia, algunos de ellos ya se citan en el Catastro de Ensenada, a mediados del siglo XVIII, y estuvieron en activo hasta la década de los años sesenta del pasado siglo. Luego se fueron arruinando al dejar de utilizarse, hasta que asociaciones culturales y vecinales de la comarca lucharon por su recuperación. Su voz fue escuchada por la Diputación de A Coruña, que en 1997 decidió adquirir la propiedad de los dos edificios y luego restaurarlos.
De no ser por aquella lucha vecinal y la sensibilidad de la Diputación coruñesa, actualmente no dispondríamos de este singular bien patrimonial, que cada vez recibe un mayor número de visitantes por su gran valor etnográfico, pero también por el atractivo espacio natural que lo acoge.
Regresamos a la carretera principal y tomamos dirección a Vimianzo para realizar una visita a su castillo.