Iniciamos el recorrido en la villa de Muxía, de la que salimos por la carretera AC-440 hacia Berdoias. Al atravesar Os Muíños, nos desviamos a la izquierda para continuar por la carretera que bordea la costa. Pasamos por la aldea de Merexo, que dejamos a nuestra derecha y la playa de O Lago, que junto con el riachuelo que desemboca en ella y los pinares que la rodean forma un acogedor espacio natural dentro de la ría. A continuación cruzamos por Leis, una parroquia que conserva una magnífica iglesia románica.
Al llegar al cruce con la carretera DP-1603, nos desviamos a la izquierda hacia Cereixo. Esta parroquia del ayuntamiento de Vimianzo, además de ser uno de los núcleos con mayor encanto de la comarca, conserva un rico patrimonio histórico, compuesto por su iglesia parroquial, las torres y el molino de mareas.

La iglesia de Santiago de Cereixo representa la hermosura de un templo románico de la Galicia rural. Tanto la nave como el ábside son rectangulares. A este se accede a través de un arco triunfal de medio punto, que se sostiene sobre semicolumnas rematadas en capiteles decorados con motivos vegetales.
En la parte exterior sobresale la puerta sur, del más puro estilo románico. En su tímpano se representa la traslación del cuerpo del Apóstol Santiago en una embarcación, al que acompañan siete de sus discípulos. El valor de esta imagen está en su singularidad, ya que es de las pocas representaciones en las que se muestra el tema de la Translatio.

En un lugar más elevado que la iglesia, se sitúan las torres de Cereixo, un pazo con aspecto de fortaleza medieval. Fundó esta casa la pequeña nobleza local de los Calo y Carantoña, que luego emparentó con familias de más alto rango, como los Castro Vilamarín o los Lanzós Novoa, Condes de Maceda. Estos últimos serían los grandes benefactores del santuario de A Barca de Muxía. Después de pasar muchos años en estado de abandono, la edificación fue restaurada y convertida en vivienda particular.
Si seguimos el paseo por la orilla del río, llegamos al molino da Arcea o das Torres, el único de mareas que se conserva en A Costa da Morte y de los pocos existentes en Galicia. El origen de este molino se remonta al año 1647 cuando el señor de Cereixo, Juan Taboada Ribadeneira, le otorga un foro a los hermanos Andrés y Pedro Espasante para construir en este lugar un molino, a cambio del pago de una renta anual. Después de ser reformado y pasar por varios arrendadores y propietarios, se convirtió en vivienda particular.
Desde Cereixo nos trasladamos a la villa de Ponte do Porto, cuyo nombre procede del antiguo puente que permitía cruzar el río, y del puerto que se formó en este lugar. El núcleo urbano está dividido por el río en dos partes. La iglesia parroquial, que ahora se encuentra en el margen izquierdo y ocupa el solar de la antigua capilla de San Roque, anteriormente estaba en la aldea de A Grixa.
Este núcleo nació como un pequeño centro comercial a raíz de la feria mensual que comenzó a celebrarse en el campo de San Roque. Fue un importante punto de comercialización de encaje en años atrás.
Desde el barrio de Curros, en el que se conserva un pequeño museo etnográfico, parte la Ruta dos Muíños, una senda que nos lleva por el último tramo del curso bajo del río de O Porto.

Este hermoso recorrido, además de disfrutar del extraordinario paisaje que se forma en esta parte del río, nos permiten observar el bosque de ribera que crece en sus márgenes, compuesto sobre todo por sauces, fresnos, robles o laureles. Pasamos por varios molinos, lo que nos indica la importancia que tenía este tipo de construcciones para la sociedad tradicional.
Al llegar a la altura del barrio de As Barrosas tenemos un puente peatonal para cruzar el río y volver al lugar del inicio de la ruta, pero si queremos continuar el itinerario, a menos de un kilómetro nos encontramos con otro, que nos permite alargar un poco más este paseo.

Desde Ponte do Porto nos trasladamos a la villa marinera de Camariñas, situada a 9 km, capital del encaje de este mismo nombre.