Accedemos a la cumbre de este monte (241 m) siguiendo una pista que sale a la derecha, antes de llegar al faro. Su nombre hace referencia a las hogueras o antorchas que antiguamente se encendían en los montes costeros para alertar a la población de posibles invasiones a través del mar. El religioso y viajero italiano Domenico Laffi, cuando visita Fisterra en la segunda mitad del siglo XVII, hace referencia a una torre que había en este monte en la que se prendía fuego con la finalidad de orientar a la navegación, pero también deja constancia de los daños que causaban muchas de las embarcaciones que asaltaban este puerto.
Al comenzar el ascenso nos encontramos con un mirador construido una vez sellado el vertedero de basura que había a su pie. Después de subir una empinada cuesta llegamos a la cumbre, donde vemos un recinto cerca, en el que se sitúan las antenas de la Estación de Radio Telegráfica. Dentro de este, según Benjamín Trillo, estaría la tumba de Orcavella, nombre que significa arca vieja o dolmen, a la que hicimos referencia cuando hablamos de las leyendas.

Después de pasar la parte cercada, sobre una pequeña elevación, que por el oeste se precipita hacia el mar, se sitúan As Pedras Santas, a las que hacen referencia ya en el siglo XVI varios viajeros que se acercaron a Fisterra.
A la bajada del monte Facho nos encontramos a la izquierda con una pista de tierra que bordea su ladera oriental y nos conduce a los restos de la capilla de San Guillerme. Para llegar hasta allí tenemos que desviarnos por un camino a la derecha que nos lleva hasta ese lugar. Desde este alto disfrutaremos de inmejorables vistas sobre la villa de Fisterra, la playa de A Langosteira y el arco fisterrano. De par de una gran roca, vemos los restos de los muros de la capilla y de un sepulcro, que se podría corresponder con la “cama de piedra”, de la que nos habla el padre Sarmiento en 1745, en la que se acostaban los matrimonios estériles para conseguir descendencia.
No hay datos sobre la fundación de esta ermita, sin embargo tenemos noticias de que durante la Edad Media fue un lugar importante de peregrinación, citado por los tribunales flamencos que imponían como pena, peregrinar a un lugar lejano. Según el cardenal Del Hoyo, los piratas bretones que atacaron Fisterra llevaron las reliquias del santo que había en esta ermita y un brazo guarnecido en plata del mismo, que estaba depositado en la parroquial.
La misma figura del San Guillerme se convirtió también en leyenda, ya que existen diferentes versiones sobre su personalidad. Aunque en realidad se debió tratar de un eremita que se retiró a vivir a este lugar.