A Costa da Morte es una de las regiones costeras menos pobladas de Galicia. Su costa acantilada y batida por el mar y azotada por el viento, con pocos lugares protegidos, no presenta buenas condiciones para el asentamiento humano; tampoco favorecieron la ocupación el alejamiento de las ciudades y una deficiencia histórica de vías de comunicación.
Su poblamiento se caracteriza por un asentamiento disperso de pequeños núcleos de población, las aldeas, como en el resto de la Galicia rural y un conjunto de villas ubicadas en el litoral más resguardado o en el interior, localizadas a lo largo de la carretera AC-552.

Dentro del extenso territorio de esta región se dan diferencias significativas respecto al número de habitantes entre la zona costera, más poblada, y la del interior, con mayor despoblación. Vemos así que aquellas parroquias ubicadas en el litoral, excepto algún caso en el que la costa donde se sitúan sea muy acantilada, están más habitadas.
La población total de A Costa da Morte es de 111 958 (2022), que se asienta sobre una superficie de 1711 km², agrupada en 17 ayuntamientos, que forman las comarcas de Bergantiños, Terra de Soneira y Fisterra, además de los municipios de Mazaricos (Terra de Xallas) y Carnota (comarca de Muros).
Esta población representa tan sólo el 10 % de los habitantes de la provincia de A Coruña, mientras que la superficie de A Costa da Morte supone el 21 % del territorio provincial.
Si reparamos en la distribución de esta población total, vemos que la densidad media es de 66 hab./km², muy inferior a la media provincial (141 hab./km²) y también menor a la media de Galicia (90 hab./km²).
Este reparto de la población presenta muchos contrastes entre unas zonas y otras. Hay ayuntamientos que tienen una densidad de población inferior a los 25 hab./km² como los de Dumbría o Mazaricos, mientras que otros superan los 100 hab./km² como Corcubión, Carballo, Cee o Fisterra. La mayor concentración se da en el litoral de las pequeñas rías, donde se sitúan las principales villas. Así, en la ría de Corcubión la población se concentra en la villa de Fisterra y alrededor de la playa de A Langosteira, y en las villas de Corcubión y Cee, que forman un núcleo urbano continuado.

En la ría de Camariñas la mayor densidad se sitúa en su litoral norte, en la villa de Camariñas y en la carretera que une este núcleo con A Ponte do Porto. En la parte sur, en la villa de Muxía y en la carretera AC-440, desde esta localidad hasta Quintáns.
En la ría de Corme y Laxe, la mayor población se concentra en las dos villas que le dan nombre y en la carretera AC-429, que rodea la ría por la parte sur desde Ponteceso a Laxe. Luego más al norte se sitúan las villas costeras de Malpica y Caión.
Por lo que respecta al interior, la concentración de la población está muy condicionada por el trazado de la carretera AC-552 entre A Coruña y Fisterra, sobre todo en su tramo norte. Todas las villas del interior se sitúan al lado de esta vía de comunicación trazada a partir de la segunda mitad del siglo XIX. La mayor densidad se da en el tramo desde A Laracha hasta Coristanco, sobre todo en la villa de Carballo. Más hacia el sur, los mayores asentamientos se sitúan en las villas de Baio y Vimianzo.
Carballo (19,267 hab.), con mucha diferencia, es la villa más poblada, seguida de Cee (3,890 hab.), A Laracha (3,465 hab.), Fisterra (2,720 hab.), Camariñas (2,427 hab.), Malpica (1,854 hab.) y Laxe (1,710 hab.), según datos del INE de 2022.
Si observamos cómo fue la evolución de la población absoluta en los últimos años del pasado siglo y en los transcurridos del presente, comprobamos que sufrió un acentuado descenso en casi todo el territorio de A Costa da Morte. Esta pérdida de población se debe fundamentalmente a un acusado crecimiento vegetativo negativo, en el que las defunciones son mucho más elevadas que los nacimientos, y a un éxodo migratorio de la población hacia las ciudades más próximas, A Coruña y Santiago, o hacia otras comunidades españolas o países de Europa Occidental.
El descenso de población que se daba desde los años sesenta del siglo XX por la continua emigración a países europeos, especialmente a Suiza, se acentuó después por la baja natalidad y la marcha de la gente joven ante la perspectiva de falta de puestos de trabajo. Esto ocasionó un acelerado envejecimiento de la población, difícil de corregir.
Hace falta, pues, que las administraciones tomen medidas para atajar este grave problema de despoblación, buscando propuestas de desarrollo del territorio que conduzcan a una creación de puestos de trabajo, aprovechando los múltiples recursos tanto del mar como del interior que existen en la región, y contribuir de este modo a la fijación de población y al freno de esta continua sangría migratoria.